miércoles, 22 de abril de 2009

V de Vendetta, y de Venezuela


Sólo unas horas necesitó el libro Las venas abiertas de América Latina, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, para pasar del puesto 60.280 al décimo de la tabla de ventas del portal Amazon . El milagro comercial ha ocurrido después de que el presidente venezolano Hugo Chávez le obsequie la obra a su homólogo estadounidense Barack Obama durante la V Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago. En esa reunión ha tenido lugar el primer encuentro personal entre ambos mandatarios.

El País, Miércoles 22 de Abril de 2009


Creo profundamente en la matización exhaustiva de los argumentos que podamos dar a favor o en contra de determinado tema, y en este caso, obviamente, habría que matizar mucho. He escuchado muchos argumentos tanto a favor como en contra, incluso he conocido a gente de la propia venezuela, y yo realmente no he tenido tiempo de informarme con más calidad como para poder opinar con garantías.

Lo que sí está claro, es que jamás los líderes indígenas habían tenido la palabra en América Latina, y que jamás se les había escuchado. ¿Populistas? ¿Caciques comunistoides?

Nada es negro ni blanco. Pero jamás había visto a ningún lider político con un libro tan importante como "Las Venas Abiertas de America Latina" bajo la mano. No nos engañemos, obviamente es una artimaña política, delante de Obama, también proviniente de un sector, el afroamericano, que ha estado, y sigue sometido en America, entregándole el libro.
Pero algo ha cambiado desde luego. En Norte America el cambio es meramente estético. En América Latina según me dejo engañar (este pensamiento tan típico de nuestro tiempo... ¿dónde está la conspiración? ¿donde la paranoia? ¿qué medios responden a determinados intereses?) por Le Monde, o Emir Sader, se está fraguando la mayor revolución social desde hace décadas.

Creo que las fuentes de Le Monde son las más fiables que podemos encontrar:


La nueva Suramérica


En El Salvador, la reciente victoria de Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), tiene un triple significado. Por primera vez, la izquierda consigue arrebatarle el mando a la derecha dura que había dominado siempre este país desigual (el 0,3% de los salvadoreños acapara el 44% de la riqueza), con más de un tercio de los habitantes bajo el umbral de pobreza y otro tercio obligado a emigrar a Estados Unidos.
Este éxito electoral demuestra, además, que el FMLN tuvo razón al abandonar, en 1992 y en el contexto del fin de la guerra fría, la opción guerrillera (después de un conflicto de doce años que causó 75.000 muertos), y al adoptar la vía del combate político y de las urnas. A estas alturas, en esta región, un movimiento guerrillero armado está fuera de lugar. Ese es el mensaje subliminal que transmite, en particular a las FARC de Colombia, esta victoria del FMLN.
Por último, confirma que los vientos favorables a las izquierdas siguen soplando con fuerza en Suramérica (1). Desde la histórica victoria de Hugo Chávez en Venezuela hace diez años, que abrió el camino, y a pesar de las campañas de terror mediático, más de una decena de Presidentes progresistas han sido elegidos por voto popular con programas que anuncian transformaciones sociales de gran amplitud, redistribución más justa de la riqueza e integración política de los sectores sociales hasta entonces marginados o excluidos.
Cuando en el resto del mundo, y muy particularmente en Europa, las izquierdas, alejadas de las clases populares y comprometidas con el modelo neoliberal causante de la crisis actual, parecen agotadas y desprovistas de ideas, en Suramérica, estimuladas por la poderosa energía del movimiento social, los nuevos socialistas del siglo XXI desbordan de creatividad política y social. Estamos asistiendo a un renacimiento, a una verdadera refundación de ese continente y al acto final de su emancipación, iniciada hace dos siglos por Simón Bolívar y los Libertadores.
Aunque muchos europeos (hasta de izquierdas) lo sigan ignorando -a causa de la colosal muralla de mentiras que los grandes medios de comunicación han edificado para ocultarlo-, Suramérica se ha convertido en la región más progresista del planeta. Donde más cambios se están produciendo en favor de las clases populares y donde más reformas estructurales están siendo adoptadas para salir de la dependencia y del subdesarrollo.
A partir de la experiencia de la Revolución Bolivariana de Venezuela, y con el impulso de los presidentes Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador se ha producido un despertar de los pueblos indígenas. Asimismo, estos tres Estados se han dotado significativamente, por vía de referéndum, de nuevas Constituciones.
Removida en sus cimientos por vientos de esperanza y de justicia, Suramérica ha dado también un rumbo nuevo al gran sueño de integración de los pueblos, no sólo de los mercados. Además del Mercosur, que agrupa a los 260 millones de habitantes de Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela, la realización más innovadora para favorecer la integración es la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Sus miembros (2) han conseguido una estabilidad que les ha permitido consagrarse a la lucha contra la pobreza, la miseria, la marginalidad, el analfabetismo, para asegurar a los ciudadanos educación, salud, vivienda y empleo dignos. Han obtenido asimismo, gracias al proyecto Petrosur, una mayor cohesión energética y también un aumento significativo de su producción agrícola para avanzar hacia la soberanía alimentaria. Gracias a la creación del Banco del Sur y de una Zona Monetaria Común (ZMC), progresan igualmente hacia la creación de una moneda común cuyo nombre podría ser el sucre (3).
Varios Gobiernos suramericanos (4) dieron, el 9 de marzo pasado, un paso más que parecía inconcebible: decidieron constituir el Consejo de Defensa Suramericano (CDS), un organismo de cooperación militar creado a través de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), organización fundada en Brasilia en mayo de 2008.
Gracias a estos recientes instrumentos de cooperación, la nueva Suramérica acude más unida que nunca a su gran cita con Estados Unidos en la Cumbre de las Américas que se celebra en Puerto España (Trinidad y Tobago) del 17 al 19 de abril. Allí, los mandatarios suramericanos debatirán con el nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, quien expondrá su visión de las relaciones con sus vecinos del sur.
En su reciente visita a Washington, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, le pidió a Obama que levantase por completo el embargo económico contra Cuba, argumentando que es algo a lo que se oponen todos los países de la región (5). El pasado 11 de marzo, Washington había anunciado que los cubanoamericanos podrán visitar a quien deseen en la isla una vez al año y permanecer en ella tanto tiempo como quieran. Aunque durante su campaña electoral, Obama prometió mantener el embargo parece que se avecina una era de acercamiento entre La Habana y Washington. Ya era hora. Queda pendiente normalizar también las relaciones con Venezuela y Bolivia. Más ampliamente, Washington debe admitir que aquello del "patio trasero" pasó a la historia. Que los pueblos de Suramérica se han puesto en marcha. Y que, esta vez, no se detendrán.
Por Ignacio Ramonet
Abril 2009. Numero 162, Le Monde Diplomatique en español