martes, 29 de julio de 2008

Estadística

Royksopp - Remind Me

Nos hemos reducido a meras estadísticas, somos asquerosamente previsibles, la actitud crítica se ha abandonado, por ello somos más fácilmente malipulables. Mediante la propaganda por ejemplo crean estados de opinión, el voto no vale nada, los medios ya "saben" a quien vas a votar -te lo ordenan- , según el medio de comunicación votarás a esta mierda o a aquella mierda, como mucho votarás al menos malo.
Las personas críticas no interesan, son peligrosamente imprevisibles.

martes, 15 de julio de 2008

Un nuevo fracaso


Usted y el G-8

MOISÉS NAÍM


Si usted es un lector normal lo más seguro es que no tenga ningún interés en el Grupo de los Ocho (G-8). Y con razón. Éste es el grupo de jefes de Estado de las más grandes democracias industrializadas del mundo que se reúnen anualmente para buscar soluciones a las principales amenazas que confronta la humanidad. En estos días se citaron en Hokkaido, Japón. Y no pasó nada. Dice mucho del mundo de hoy que una reunión con tales propósitos y con semejantes participantes solo provoque muy justificadas burlas y bostezos.


La irrelevancia de las reuniones del G-8 es una manifestación de uno de los más amenazantes problemas que enfrenta el planeta: la poca capacidad de los países para trabajar colectivamente en la solución de problemas que no pueden ser resueltos por ningún país trabajando solo. Este tipo de problemas, cuya solución trasciende esfuerzos meramente nacionales, están proliferando aceleradamente. El calentamiento global, la inmigración, los precios de los alimentos, pandemias como la del sida o el terrorismo son sólo algunos de los muchos ejemplos de amenazas que no respetan fronteras y que desbordan la capacidad de los países, incluyendo a los más ricos y tecnológicamente avanzados, para proteger a sus ciudadanos. Pero al mismo tiempo que la demanda crece, la capacidad del mundo para responder colectivamente está estancada y en algunos casos en declive. Esta brecha entre la demanda de acción global y la oferta disponible crea lo que en otra columna describí como el déficit asesino. Cuando en los mercados de bienes la demanda excede a la oferta, los precios de esos bienes suben. Pero cuando la necesidad que tiene el mundo de que distintos países actúen colectivamente aumenta y la capacidad de los países para responder no aumenta también, los resultados no son precios más altos sino más muertes, más inseguridad personal y más inestabilidad internacional. Este déficit asesino nos lo tenemos que tomar en serio y muy personalmente por qué nos toca muy directamente.
Esto no quiere decir que haya que tomarse en serio las reuniones de estos líderes, pues el G-8 es en realidad un mal chiste. Este grupo de las mayores democracias industrializadas incluye a Rusia, cuyas credenciales democráticas son tan risibles como las que tiene Italia como potencia industrial. En el G-8 ni son todos los que están ni están todos los que son. Están Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Rusia. Varios de ellos no son. Y entre los que obviamente sí son pero no están es fácil incluir a China como potencia industrial o India, que es la democracia más grande del mundo. La poca representatividad del G-8 es tan evidente que en la reciente cumbre de Hokkaido los miembros permanentes del grupo decidieron incluir a otros países como invitados. Además de China e India también fueron invitados México, Brasil, Australia, Indonesia y Corea del Sur así como seis países africanos. La ironía es que muchos de los invitados son actores fundamentales mientras que los miembros permanentes son marginales para los propósitos de una reunión cuya agenda incluyó la reducción de emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero, la crisis alimentaria, los precios de la energía, la debilidad de la economía mundial y los problemas de África.
Aun repotenciándose con la ayuda de los invitados esta reciente reunión del G-8 no logró mucho. Y es que al G-8 no solo le cuesta llegar a acuerdos con respecto a metas concretas (disminuir emisiones de CO2, combatir la pobreza, reducir el gasto militar, etc.) si no que aun cuando se comprometen, los países raramente cumplen sus promesas. De hecho, han proliferado ONG cuya misión es medir los esfuerzos que hacen los países más ricos, y que habitualmente producen informes que pocos leen, denunciando que los gobiernos no están cumpliendo lo que le prometieron al resto del mundo.
El G-8, creado en 1973 (entonces con seis países) es una institución obsoleta que no ha logrado cambiar para adaptarse a las realidades de hoy. Su desaparición no tendría mayores consecuencias. Pero, paradójicamente, su irrelevancia es muy importante ya que revela de manera patética lo débil que es la capacidad del mundo para trabajar en conjunto. Ni siquiera unos pocos grandes lo logran. Y esto es grave. El mundo de hoy necesita desesperadamente más y mejores instituciones globales, colectivas y democráticas capaces de hacer juego, coordinar esfuerzos, despabilar a las naciones indiferentes ante los problemas de todos y presionar a los países que son malos ciudadanos del mundo. No hay que dejar que el déficit asesino siga creciendo.


martes, 1 de julio de 2008

Hipnosis Colectiva



El engranaje fútbol-propagandístico-psicológico actúa en nuestras modernas sociedades democráticas básicamente como un mero, aunque trascendental, fabricante de micro-espectativas, o lo que es lo mismo, de ciclos cerrados de entre dos días y un mes que se componen de:


1 - Tiempo previo al match, horas, días o incluso semanas de insistente información acerca del evento (información preparatoria y creación artificial de expectativa).


2 - El encuentro deportivo en cuestión, de a lo sumo dos horas y media de duración y...


3- Tiempo posterior al partido, más o menos prolongado según haya sido el resultado del match y la trascendencia del mismo, y que hábilmente, para reiniciar un nuevo ciclo, habrá de encadenarse de manera inmeiata con la creación artificial de expectación del siguiente duelo balompédico.


De este modo, con el simple gasto en producción televisiva y mantenimiento de los repetidores de ondas catódicas, se logra mantener vivo y perpetuo este bucle infinito de expectativas creadas y satisfechas en el tiempo que, si bien no logran mejorar en nada la existencia de los seres humanos sobre la faz de la Tierra, sí consiguen en cambio eclipsar y anular aquelllas facultades mentales que efectivamente sí podrían mejorar nuestro paso por el mundo. Y ésas es la técnica empleada y para la cual el deporte ofrece una perfecta adecuación: las micro-expectativas. Ponga una en su mesa.



Miguel Brieva en "Dinero"