[...]
Así, por ejemplo, mientras Benjamin opone a lacontemplación absorbente y solipsista que exige la obra de arte tradicional, las posibilidadesde socialización que ofrecen las nuevas formas de entretenimiento (cine, fotografía), Adorno no puede dejar de advertir los elementos de alienación y sometimiento que dichas realidades comportan, hasta el punto de afirmar:
“Divertirse significa estar de acuerdo. Es posible sólo en cuanto se aísla y separa de la totalidad del proceso social, en cuanto se hace estúpida y renuncia absurdamente desde el principio a la pretensión ineludible de toda obra, incluso de las más insignificante, de reflejar, en su propia limitación, el todo. Divertirse significa siempre que no hay que pensar, que hay que olvidar el dolor, incluso allí donde se muestra. La impotencia está en su base. Es, en verdad, huida, pero no, como se afirma, huida de la mala realidad, sino del último pensamiento de resistencia que esa realidad haya podido dejar aún”
[...]
En la pérdida del aura de la obra de arte a causa de la de la reproductibilidad técnica, Benjamin advierte una victoria material del ideal ilustrado de desacralización y desmitologización de la realidad que, no sólo no le inspira ningún temor, sino que suscita en él todo un haz de posibilidades emancipativas, tanto desde un punto de vista político como estético. Hemos visto, sin embargo, que la existencia del aura está estrechamente vinculada a los elementos cultuales y rituales, los cuales, a su vez, se caracterizan por supeditar los aspectos exhibitivos de la obra, que en las formas de producción técnica se convierten en abrumadoramente predominantes. Por otra parte, la tensión dialéctica que se produce entre aura y reproductibilidad técnica se resuelve, no en el plano estético, sino en el dominio de lo político. Pues bien ¿hasta qué punto esta resolución no significa la simple sustitución de un dominio ritual por otro que, por otra parte, estaba ya presente, si bien de forma subyacente, en el anterior? ¿Es ciertamente la ideología esa posibilidad soteriológica que soñaba Benjamin o, por el contrario, otra forma diferente de ritual en la que los elementos míticos juegan el mismo papel de obstrucción de un pensamiento realmente libre y desprejuiciado?
[...]
la intermediación de un mecanismo técnico no tiene por qué suponer, tal
y como sostiene Benjamin, la posibilidad de un distanciamiento crítico con
respecto a la realidad exhibida. Puede suponer, mas bien, todo lo contrario,
puesto que la construcción de la realidad que subyace en la imagen en movimiento
es infinitamente menos obvia que la que ofrecen las artes tradicionales, hasta el punto de que los límites entre realidad y ficción se diluyen hasta desaparecer. Con las formas técnicas de reproducción de la realidad comienza, sin lugar a dudas, la virtualización de ésta. La consecuencia de ello es que, tal y como pudo atisbar Adorno, las posibilidades de manipulación que de ello se derivan son potencialmente infinitas. El imperio global de la televisión en manos de los grandes capitales financieros es, en este sentido, concluyente.
Cabe preguntarse, por último, si ha desaparecido realmente el aura de las obras de arte o se ha convertido, contra lo que hubiera podido pensar Benjamin, en un fenómeno de masas. En los museos es ya algo habitual tropezarse con ingentes muchedumbres que se aplican a un generalizado ejercicio de devoción fetichista sin precedentes en la historia. Las masas acuden religiosamente a reverenciar determinadas obras de arte que se caracterizan por haber ido acumulando a lo largo del tiempo una, por así decirlo, densidad aurática que trasciende con mucho sus valores puramente estéticos. Por otra parte, ¿en qué si no en el aura se sustenta el mercado financiero de obras de arte? (En el capitalismo, cuanto menor es la realidad material de un producto mayor es el precio del que disfruta). El dinero, en épocas de crisis, encuentra paradójicamente un refugio más seguro en la difusa realidad del aura que envuelve una obra de arte que en la mucho más tangible guarida que el oro le había proporcionado hasta el presente.
[...]
Benjamin confiaba en una próxima transformación de las condiciones políticas y sociales que hicieran innecesaria la perpetuación de realidades de carácter idealista, la desaparición de los mitos que impiden la emancipación de los seres humanos. Esas transformaciones, sin embargo, no se han producido, y la sociedad sgue reclamando su dosis de alienación estética, aunque ello implique una perspectiva esencialmente antiestética.
Fedro, Revista de estética y teoría de las artes. Número 1, marzo 2004.
lunes, 29 de diciembre de 2008
De como la industria cultural fue soñada como liberadora...
sábado, 27 de diciembre de 2008
El filo de la hoja
Cerró los ojos y deslizó la cuchilla de afeitar por la superficie del charco que una gotera había formado en medio de la habitación. El agua se fue abriendo al paso de la cuchilla, y permaneció como congelada, formando una cicatriz de afilados filos transparentes. Los trazos se convirtieron en letras y depués en palabras. Leyó en voz alta...
"Cada momento se vuelve transparente cuando termina"
... y abrió los ojos. Pero los trazos habían desaparecido, como si en el mismo momento en que la cuchilla rasgaba el agua, ésta se cerrase tras el afilado filo. Mientras reía, dejó caer la cuchilla en el charco y ésta se disolvió como si fuera de azúcar. No era una risa forzada, pero tampoco sincera.
lunes, 22 de diciembre de 2008
"Punks are running wild in the streets"
Vivimos en una suerte de Edad Media punk, de alta edad cybergótica sin que hayamos todavía comprendido las consecuencias de semejante revival histórico en este punto de autodegeneración de la especie. Durante un tiempo los gurús llamaron a esta invaginación planetaria "postmodernidad", pero se trata únicamente de la culminación tecnopornopunk de la modernidad. Nos hayamos [sic] en un punto de inflexión evolutivo en el que la modernidad despliega todo su asqueroso potencial eyaculante: nadamos en un esperma nuclear en el que hemos aprendido a respirar como bestias mutantes.
jueves, 4 de diciembre de 2008
No Fumes, pero... ¡Fuma!
"A lo que me refiero es que teneis que pensar por vosotros mismos. Desafiar a la
autoridad"
Fragmento de Gracias Por Fumar
Lo más interesente, a mi modo de ver está sobre el minuto 5:00. La película establece un discurso irónico sobre sí misma, dejándome una sensación de que me la están intentando meter...Llegué a esta película porque un ex-compañero de piso y yo debatíamos entre cervezas, como no, y qué mejor, sobre las contradicciones del ser humano, de como el acto permanece muchas veces en potencia, ya que siendo conocedores de muchas de las maldades del mundo, en muchos aspectos, sólo llegamos a teorizar sobre ellas, que muchas veces no es poco (es raro la autocrítica en estos tiempos), pero seguimos así, maniatados, incluso en actos, que por cotidianos y asumidos, como fumar, creemos que no tienen tanta trascendencia (está claro que se ha conseguido crear una conciencia respecto de los efectos nocivos para la salud del tabaco, no casualmente, como decía un profesor mio, ya que en los países desarrollados no es rentable que personas en las que inviertes dinero público en formarlas, a nivel educativo y profesional entre otras cosas, se vayan al hoyo sin repercutir de nuevo en la sociedad, pero, ¿se ha creado una conciencia respecto de las repercusiones a nivel económico que tiene el consumo de tabaco?).
Bien, mi amigo me recomendó esta película para descubrir los entresijos alrededor de la industria del tabaco. La película muy sutilmente, prevee que la mayor parte de los espectadores dan absolutamente por sentado que el tabaco perjudica la salud y que ya no somos tan estúpidos ( ¿o sí?) y algo sabemos de las multinacionales, y a través de estos supuestos, empieza a jugar contigo, con los típicos recursos hollywoodienses, y una argumentación rocambolesca y superficial.
Y es que, en una escena, un político pregunta al protagonista, encargado de marketing de una multinacional del tabaco, qué haría si su hijo le pidiera un cigarrillo, respondiendo éste que, si tiene 18 años, se lo dará, porque la libertad de elegir es lo más importante, y que es en la educación donde reside la clave de todo, para formar personas sanas etc... Pero claro, esto nos remite a otras cuestiones: se puede luchar en un entorno tan hostil publicitariamente como el actual sólo con una educación tan precaria, tanto a nivel institucional como familiar, donde la TV es la que realmente educa (podríamos nombrar muchos medios más de control además de la TV).
Ironía para construir una inversión del tópico, utilización de valores extrínsecos (típicamente americanos): como libertad, familia, etc... al tabaco para venderlo, superficialización del problema, y con todo ello logramos otro producto cultural de adoctrinamiento más de la factoría Hollywood.
Y es que creo que este tema no debería tratarse para nada a la ligera.